La expulsión del ACNUDH en Venezuela tiene consecuencias significativas para los derechos humanos. Las víctimas ya no cuentan con una instancia imparcial para denunciar abusos. La voz que recordaba los estándares internacionales de respeto a los derechos humanos se ha apagado. Desde Ginebra, comprender nuestra realidad se torna un rompecabezas sin bordes. La Corte Penal Internacional aguarda por la instalación de una oficina que ahora luce improbable.