El profesor Rogelio Pérez Perdomo, durante el Seminario “Radiografía de la Justicia en Venezuela”, abrió el Primer Seminario de Acceso a la Justicia, haciendo un recorrido histórico por el funcionamiento del sistema de justicia en el país desde la época de Gómez, pasando por la de Pérez Jiménez hasta llegar a los tiempos de la revolución bolivariana. Mostrando con ejemplos puntuales que “aunque deseamos una justicia independiente, nunca hemos tenido una justicia más dependiente y en el fondo desvergonzadamente dependiente de la que tenemos actualmente”.
El sistema de Justicia dual en las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez
Para ilustrar el período de Gómez y de Pérez Jiménez, el profesor Rogelio Pérez Perdomo cita por un lado a Pedro Manuel Arcaya, quien fue magistrado en la Corte Suprema de la época (Corte Federal y de Casación) y por otro lado, al doctor Tulio Chiossone, quien fue magistrado en la Corte de Pérez Jiménez.
Según Pérez Perdomo “ellos relataron cómo fue su experiencia como jueces, el testimonio de ellos no parece tener relación con lo que uno conoce y lo que uno recuerda, resulta que básicamente en la época había un sistema dual de justicia, por un lado, había una justicia formal que funcionaba con bastante independencia (…) y por otro, llamémoslo así la justicia del tirano, donde lo que tenían que hacer los jueces formales era cerrar un ojo y no mirar hacia ese lado”.
La justicia formal era bastante marginal, manejaba casos normales pero la parte política no la manejaba. Es muy interesante ver que cuando estudiantes de la generación del 28 fueron puestos presos o mandados a los campos de trabajo forzado, la gente fue a hablar directamente con Gómez y con el gobernador de Caracas, pero a nadie se le ocurrió hacer un amparo o pedirle a un juez que liberara a estos presos.
Los estudiosos de la materia, para obtener las estadísticas de la época han tenido que acudir por un lado a la memoria del Ministerio de Interior y Justicia, donde se daba cuenta de los presos que había y se hablaba de presos judiciales, aunque los que están reportados son los que estaban sometidos a la justicia ordinaria y no a la “justicia del tirano”, por lo que para tener datos más completos entonces “uno tenía que mirar otras fuentes como Pocaterra para ver cuánta gente había en la Rotunda, cuántos eran presos de Gómez, y esa básicamente era la idea de ese sistema dual” comenta el profesor Pérez.
Democracia: la transformación del sistema al clientelismo político
A partir de 1958 y con la llegada de la democracia, todo estuvo en manos del Consejo de la Judicatura que tuvo la designación de los jueces, su destitución, promoción y demás procedimientos; excepto la designación de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que era realizada por el Congreso, donde se daba importancia a la calificación profesional, aunque imperaban también mecanismos sutiles de clientelismo político.
Durante esta época en la justicia venezolana, se apreciaba la lealtad política más que la competencia profesional que pudieran tener los jueces; sin embargo, como había un reconocimiento de la importancia de la independencia judicial hubo estabilidad de la posición de los jueces.
Rogelio Pérez Perdomo se refiere a un estudio muy detallado que realizó sobre los jueces en Venezuela en el año 1997: “en la época todos los jueces tenían largo tiempo en el sistema, cambiaba el partido de poder y los jueces seguían ahí, en ese sentido tenían estabilidad, pero tenían patronatos en el Consejo de la Legislatura y si un juez perdía su patronato corría ciertos peligros. En general eran bastante estables, las posiciones de los jueces y esa estabilidad en el fondo se tradujo en ineficiencia, porque los jueces sabían que si tenían palanca en el Consejo de la Legislatura no lo iban a botar y entonces por qué trabajar tan duro”.
“Básicamente fue un sistema que funcionaba bastante mal, bastante ineficiente y corrupto, aunque los jueces eran estables” asegura Pérez Perdomo. Dado que se había deteriorado tanto el sistema de los tribunales de instancia, se podía acudir a la Corte donde había menos corrupción y más decencia, y eso determinó que el sistema se convirtiera en algo muy extraño con una enorme cabeza, la Corte Suprema tenía no solo a 15 magistrados, sino que cada magistrado tenía como 7 u 8 abogados. Una corte suprema muy grande para un sistema relativamente reducido.
La gente iba efectivamente para la Corte Suprema, porque le tenía más confianza, pero esto resultó un problema ya que la Corte demoraba años para resolver un caso y hubo que modernizarla a finales de la década de los noventa.
La época de oro de la justicia en Venezuela: degradación de los partidos
Cuando los partidos perdieron fuerza en la década de los noventa, los jueces de la Corte Suprema pasaron a ser más independientes, la edad de oro de la Corte fue ese periodo de grave crisis política.
La Corte Suprema empezó a decidir los más importantes conflictos políticos o económicos que habían en Venezuela, y los decidía conforme a derecho, “no voy a discutir si era acertado o no”, enfatiza Pérez Perdomo, “pero era conforme a derecho, entonces la rueda de prensa de Cecilia Sosa era tal vez más importante que la conferencia de prensa del Presidente de la República”.
Tiempos de revolución: comienzo traumático y a la vez prometedor
La revolución tuvo un comienzo traumático y al mismo tiempo prometedor, asegura del profesor Rogelio, haciendo recordar el caso del Inspector de Tribunales de la época, que se convirtió en el personaje central del sistema: el Dr. René Molina, quien tuvo que llevar a cabo medidas muy severas con relación a una cantidad de jueces que tenían varias denuncias por su ineficiencia o corrupción.
“Llegó René Molina como una especie de hacha a cortar cabezas en el sistema judicial, y luego convocó a unos concursos de oposición que son uno de los pocos concursos de oposición que se han hecho en Venezuela”…“por eso tuvimos un comienzo traumático y además muy prometedor, pero lo que siguió a eso ha sido una degradación vergonzosa del sistema de justicia, ya no tenemos el sistema dual de las dictaduras pasadas, sino que se ha pedido a los jueces que decidan conforme a imperativos políticos”.
Para dar un recuento de los casos a los que llama vergonzosos, el profesor Rogelio Perdomo se refiere al de la jueza Afiuni, condenada primero por televisión por el Presidente de la República a 30 años de prisión, el caso de Aponte Aponte y más recientemente al del fiscal Nieves. Lo sorprendente de todo es que “eso no tiene ninguna consecuencia respecto al proceso, son entonces cosas realmente terribles” lamentó Pérez Perdomo.
La parte positiva de todo esto es que ha generado unos estudios estupendos, ningún otro período ha sido tan estudiado como éste. El estudio de Canova, que se llama “El TSJ al servicio de la corrupción”, el de Laura Louza que es sobre la “Revolución Judicial en Venezuela”, y el de Chavero la Involución de la Justicia, son estudios realmente serios y muy buenos.
“Lo último que hemos tenido es la conversión del TSJ en la trinchera del régimen”, que comenzó con los casos de los alcaldes (Enzo Scarano y Daniel Ceballos) y de allí en adelante el panorama empeoró, después de la elección de la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, pues la Sala Constitucional no solo ha declarado inconstitucionales todas las leyes que ha aprobado la AN, sino también de sus proyectos de ley, “una novedad en el control de la constitucionalidad, yo creo que en el mundo”, afirmó Pérez Perdomo.
“Creo que los miembros del TSJ muestran una incomprensión importante del papel del juez, el papel del juez en una sociedad es el de oír las partes y hacer justicia, y no en convertirse en parte ellos mismos, al convertirse en la defensa de un bando se deslegitiman”.
La legitimidad del juez tiene se basa en dos elementos: que sea independiente políticamente y que conozca y decida en base a Derecho. Estos jueces carecen de las dos.
“Yo creo que a diferencia de las dictaduras anteriores, porque estamos en una nueva, es que no hay un sistema dual, no tenemos lo que teníamos en la época de Gómez o Pérez Jiménez, sino que el sistema formal se ha convertido en un brazo del régimen, esa es la situación que estamos viviendo, y creo que esa es la peor desventura”, finalizó Rogelio Pérez Perdomo.