“Vengo a hablar sobre la paz. Sobre la paz resultante de la guerra. Sobre la paz que no es apaciguamiento sino genuina conquista de la esperanza y cuando esa conquista se edifica sobre un propósito mancomunado de recuperar para un pueblo la justicia, la libertad y, sobre todo, la dignidad, la paz es paradigma de la política”. Con estas palabras el abogado venezolano Pedro Nikken, fallecido el 9 de diciembre de 2019 en Caracas, inició su discurso de incorporación como miembro de la Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales en noviembre de 1997, y motivos tenía para escoger el tema.
Nikken, abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello en 1968 y con estudios en Francia, fue asesor del secretario general de las Naciones Unidas (ONU) para las negociaciones de paz en El Salvador y luego, entre 1992 y 1995, fue designado experto independiente por la ONU para asistir a la nación centroamericana en temas relacionados con los derechos humanos.
La lucha por los derechos humanos ocupó buen parte de la vida de este jurista, quien fue a su vez, padre de dos. Entre 1980 y 1989 ocupó una de las sillas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) donde formó parte del primer grupo de sus jueces, sentando las bases fundamentales de lo que ahora es una institución enraizada y respetada. Desde la instancia con sede en San José (Costa Rica) dictó fallos que todavía hoy son referencia, no solo para la región sino también para el mundo, como aquel relacionado con el agotamiento de los recursos internos. Además, fijó criterio en sus sentencias, como cuando emitió la opinión consultiva que estableció que la colegiación obligatoria de los periodistas era contraria a la libertad de expresión, según recordó su amigo y colega Carlos Ayala Corao en un emotivo discurso ofrecido recientemente en la Academia para despedirlo.
“Los derechos humanos nacen a finales del siglo XVIII como una conquista frente al absolutismo”, declaró en 2019 en una entrevista publicada por la organización Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), de la que era miembro de su asamblea, para luego agregar lo siguiente:
“No se puede ejercer el poder contra el pueblo, ni contra la dignidad de la persona, eso implica dos tipos de limitaciones a mi parecer, una es la de las prohibiciones y otra las de las obligaciones. Las prohibiciones son las que el Estado no puede hacer, por ejemplo no puede torturar, hacer ejecuciones forzadas, coartar la libertad de expresión. Por otro lado está lo que el Estado no puede dejar de hacer, que son las omisiones prohibidas como el deber de realizar elecciones periódicas, un sistema de justicia que permita su acceso, garantizar un nivel digno a las personas, un sistema educativo, son las prestaciones positivas que tiene el Estado”.
Estas enseñanzas en materia de derechos humanos han tenido tanto calado en las universidades venezolanas que son de obligado estudio para conocer el mundo de la protección de la persona humana. Pocos pueden dejar semejante legado.
Esto explica por qué Nikken cuestionó duramente a los gobiernos del fallecido Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro. Así, en 2013 con motivo de la decisión del desaparecido mandatario de retirar al país de la jurisdicción de la Corte Interamericana, advirtió:
“El Gobierno se está haciendo un flaco servicio, porque ni las víctimas van a dejar de tener protección y él solito seguirá sentándose en el banquillo de los acusados como violador de los Derechos Humanos. Al Gobierno le hace mucho más daño, en su imagen de violador de Derechos Humanos, denunciar la Convención que tener 10 o 12 condenas o incluso 20 juntas”.
Tras su paso por la Corte IDH, el abogado y activista pasó a presidir el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y luego la Comisión Internacional de Juristas. Pese a todos estos compromisos internacionales se desempeñó también como profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), magistrado suplente de la extinta Corte Suprema de Justicia y asesor de la Cancillería para temas limítrofes con Colombia, entre otros cargos.
Su apretada agenda no le impidió asesorar a víctimas y organizaciones de la sociedad civil, a muchas de las cuales acompañó a instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Acceso a la Justicia lamenta esta irreparable pérdida para el Derecho y el movimiento de derechos humanos, pero considera que su vida es un ejemplo a seguir por las futuras generaciones.
“Nikken demostró que un defensor debe tener capacidad de adaptarse a las circunstancias que lo rodean. Un defensor no puede ser encasillado a un informe o a una denuncia, sino que implica sembrar conciencia, educar, prestar atención a la víctima y proporcionar medios y soluciones para que poner fin a las violaciones a los derechos humanos”, afirmó el director de la organización, Alí Daniels.